El tema seleccionado nace a partir de la actividad
realizada el pasado miércoles en la asignatura del máster, donde por primera
vez me invitan a ser participe en la elaboración de un instrumento de
evaluación con el cual se calificará mi trabajo. Si bien la sensación es extraña, debido a que
probablemente estoy acostumbrada a que dichos instrumentos sean impuestos, logre
sentirme motivada y valorada en dicha actividad, percibiendo en mí una actitud más comprometida frente al trabajo
que debíamos comenzar. Por este motivo, quise profundizar sobre este tema a
través del espacio que se ofrece en este blog.
Primero que todo debemos tener claro lo que significa
para nosotros evaluación, sin bien hay muchos autores que intentan hacer una definición
de esta, me quedo con la que plantea Casanova (2012), quien la entiende como un
proceso de recogida de información, rigurosa y sistemática, para obtener datos
fiables y válidos acerca de una situación con objeto de emitir un juicio de
valor relativo a la misma, determinar la satisfacción de sus resultados y tomar
las decisiones oportunas con objeto de reforzar lo positivo o mejorar las disfunciones
producidas. Entendemos entonces que el propósito más importante es lograr
mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje, lo que nos proporcionaría una evaluación que esté al servicio del
aprendizaje.
Considerando esto…
¿Cómo podemos hacer partícipe a los alumnos en los
procesos de evaluación?
De manera muy personal puedo decir que conocía la autoevaluación y cohevaluación como modalidades que me permitían hacer partícipe a
los alumnos en los procesos evaluativos. Sin embargo, tal como plantea López (2009),
también podemos integrarlos a través de la evaluación
compartida, entendida como una
modalidad de dinámicas dialógicas y evaluativas que se establecen con el
alumnado sobre sus procesos de aprendizaje. Además, nos aclara que existen tres
vías principales para llevar a cabo una evaluación compartida, que son
complementarias entre sí dentro de la misma asignatura: individual, por grupos
de trabajo y por asamblea (todo el grupo-clase).
Centrándome en esta última modalidad y luego de las
lecturas que he seguido sobre evaluación compartida, puedo entender con mayor
claridad la sensación vivida el pasado miércoles. Sentí muy propio lo que
rescata González (2007), cuando dice que la evaluación compartida se convierte
en una herramienta básica de trabajo cuando se buscan finalidades como: hacer
al alumno protagonista de su aprendizaje, desarrollar su autonomía y su
capacidad de gestionar su propio aprendizaje. Cuando hicimos el ejercicio de
construir la rúbrica con la cual se evaluará la exposición del trabajo en grupo,
inconscientemente estábamos respondiendo a qué y para qué queríamos que se nos
evaluara, lo que sin duda nos otorga un espacio real para ser protagonistas de
nuestro aprendizaje. Esto fue un trabajo complejo que nos llevo a varios momentos
de silencio, reflexión e indecisión, pero que finalmente a través de las ideas
fundadas de cada participante nos llevó a la elaboración de un instrumento que
se siente más cercano y confiable para acompañar el proceso de trabajo que
debemos comenzar.
Por ahora, puedo decir que estas consideraciones son el
inicio de esta nueva experiencia evaluativa, nos queda finalizar el proceso de
trabajo para poner en marcha la rúbrica elaborada con el grupo-clase, lo que me
lleva a preguntar ¿Habremos considerado todos los indicadores involucrados en
el proceso? ¿Habrán quedado bien definidos y acotados? ¿Mantendremos la sensación
de conformidad ante el instrumento una vez que seamos evaluados?
Fuentes:
Casanova, M. A. (2012). La evaluación de competencias
básicas. Madrid: La Muralla.
González
Fernández, N., & Universidad de Cantabria. (2007). Desarrollo y evaluación de
competencias a través del portafolio del estudiante. Santander: Universidad
de Cantabria. Vicerrectorado de Calidad e Innovación Educativa.
López
Pastor, V. M. (2009). Evaluación
formativa y compartida en educación superior : Propuestas, técnicas,
instrumentos y experiencias. Madrid: Narcea.
Pueyo,
Á. P., Sánchez, B. T., Pastor, V. M. L., Ortín, N. U., Lara, E. R., Bujosa, M.
C., . . . Oliva, F. J. C. (2008). Evaluación formativa y compartida en la
docencia universitaria y el espacio europeo de educación superior: Cuestiones
clave para su puesta en práctica formative and shared assessment in higher
education and european area of higher education: Key cuestions for. Revista De Educación, 347, 435-451.
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